Van Wylde se encontró vagando por el desierto, anhelando algo más que agua. Mientras se arrastraba sobre las dunas, debió ver muchas cosas. ¿Espejismo? Porque en la distancia había una deslumbrante diosa de la fertilidad, nacida de la arena como un antiguo dios del sexo. ¡Maravillosos bancos de diamantes brillan entre los en bruto! El sol abrazaba sus curvas y el viento soplaba contra su ropa endeble mientras ella se acercaba, brindándole una humedad vivificante mientras miraba esos pechos firmes y esos labios carnosos y sonrientes. Cuando recupera la conciencia, Van se encuentra en la sien de Diamond, o eso parece, mientras ella lo guía para que recupere su plena salud... ¡Asegurándose de que sea fuerte mientras ella babea sobre su polla y frota su jugoso trasero contra su cuerpo! Pero espera, ¿desde cuándo los templos místicos tienen baños y armarios con el motor en marcha? ¡¿Que está pasando aqui?!
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